LA SAINTE CHAPELLE: TESORO GÓTICO EN PARÍS

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La Sainte-Chapelle, un glorioso vestigio del antiguo palacio real de la ciudad de París, emerge majestuosamente en la Île de la Cité, como un monumento que relata la historia y la espiritualidad de Francia. Erigida en el apogeo del esplendor gótico en el siglo XIII por el monarca francés Luis IX, quien más tarde sería canonizado como San Luis, su propósito era claro: albergar las reliquias más sagradas de la Pasión de Cristo, entre las cuales destacan la Corona de Espinas y el Fragmento de la Verdadera Cruz.

Construida en un asombroso lapso de menos de siete años, un récord para su época, la Sainte-Chapelle fue concebida como una auténtica joya arquitectónica, una obra maestra de orfebrería en piedra y vidrio. Sus paredes, bañadas en una luminosidad celestial a través de las delicadas vidrieras que adornan sus ventanales, exaltaban la majestuosidad de la monarquía y la grandeza del Reino de Francia, sumergiendo a los fieles en una experiencia espiritual sin igual.

Sin embargo, la historia de la Sainte-Chapelle también está marcada por momentos oscuros. Durante la Revolución Francesa, la antigua Capilla Palatina sufrió daños y se convirtió en un lugar de destrucción y profanación. Afortunadamente, a lo largo del siglo XIX, se iniciaron esfuerzos de restauración que permitieron rescatar este tesoro histórico de la ruina, convirtiéndola en un laboratorio para la conservación y restauración de monumentos históricos, un testimonio vivo de la voluntad de preservar la herencia cultural de Francia.

Las vidrieras de la Sainte-Chapelle, distribuidas en 15 majestuosos tragaluz que se elevan hasta los 15 metros de altura, constituyen una verdadera maravilla del arte medieval. Con más de 1,113 escenas meticulosamente elaboradas del Antiguo y Nuevo Testamento, estas vidrieras narran la historia del mundo según las enseñanzas de la Biblia, desde la creación hasta la llegada de las sagradas reliquias a París en el siglo XIII, inmortalizando así la fe y la historia de una nación.

 

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UNA FIGURA CLAVE: SAN LUIS

 

Luis IX, también conocido como "Le Prudhomme" y venerado como San Luis, fue una figura destacada en la historia de Francia y la cristiandad. Nacido el 25 de abril de 1214 en Poissy, este monarca excepcionalmente piadoso gobernó con sabiduría y devoción como rey de Capeto y Francia durante más de cuatro décadas, desde 1226 hasta su trágica muerte el 25 de agosto de 1270 en Cartago, cerca de Túnez.

Desde temprana edad, Luis IX fue educado bajo la tutela de su madre, Blanche de Castilla, una mujer de gran influencia y fervor religioso. Bajo su orientación, Luis recibió una educación estricta y piadosa que sentó las bases para su futura santidad. Asumió el trono a la tierna edad de doce años, tras la muerte de su padre, el rey Luis VIII, y su madre actuó como regente hasta que alcanzó la mayoría de edad.

San Luis no solo fue un gobernante virtuoso, sino también un modelo de piedad y justicia. Durante su reinado, promovió la caridad, la educación y la administración imparcial de la justicia, ganándose el respeto y la admiración de sus súbditos y de la Iglesia.

 

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Uno de los legados más destacados de San Luis es la construcción de la Sainte-Chapelle en París. Aunque el maestro constructor de esta obra maestra gótica no se conoce con certeza, es innegable el papel fundamental que desempeñó el propio San Luis en su concepción y realización. La Sainte-Chapelle fue concebida como un santuario magnífico, destinado a albergar las reliquias más sagradas de la Pasión de Cristo, así como a exaltar el poder político y la piedad del monarca.

La devoción de San Luis hacia la fe católica y su compromiso con la justicia y la virtud lo llevaron a ser venerado como santo aún en vida. Tras su fallecimiento, su reputación de santidad solo creció, y en 1297 fue canonizado por la Iglesia Católica, convirtiéndose en uno de los santos más queridos y venerados de la historia francesa.

El legado de San Luis perdura hasta nuestros días, siendo recordado no solo como un gobernante ejemplar, sino también como un hombre de profunda fe y virtud, cuyo impacto se refleja en la historia y el patrimonio de Francia.

 

LAS RELIQUIAS DE LA PASIÓN DE CRISTO

En la vibrante época medieval, el fervor cristiano confería un valor incomparable a las reliquias, considerándolas símbolos sagrados que otorgaban prestigio y poder espiritual a quienes las poseían.

En el año 1239, después de arduas negociaciones que se extendieron a lo largo de dos años, el rey Luis IX de Francia llevó a cabo una histórica adquisición: la corona de espinas, un tesoro venerado en la cristiandad, fue adquirida a Beaudouin II de Courtenay, emperador latino de Bizancio. Este acontecimiento marcó el inicio de una serie de gestas encaminadas a enriquecer el tesoro sagrado del reino.

 

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En el transcurso del año 1241, Luis IX amplió aún más su colección de reliquias sagradas, sumando un total de 22, entre las cuales se encontraba un fragmento de la Cruz. Con este vasto tesoro en su poder, el monarca francés decidió que era necesario erigir un monumento que estuviera a la altura de la magnificencia de tales reliquias.

El precio pagado por estas adquisiciones fue notable: 135,000 libras tornesas, lo que representaba la mitad de los ingresos anuales del reino. Este gesto no solo reflejaba la profunda piedad de San Luis, sino que también elevaba el prestigio de Francia a niveles sin precedentes en el contexto europeo de la época.

París, con su creciente colección de reliquias y la construcción proyectada de la Sainte-Chapelle, estaba emergiendo como un centro de espiritualidad y devoción sin igual en la Europa medieval. Se le empezaba a considerar como una nueva Jerusalén, un epicentro del cristianismo occidental que irradiaba su influencia espiritual y cultural a lo largo y ancho del continente.

 

CONSTRUCCIÓN

El edificio de la Sainte-Chapelle se erige majestuosamente como una capilla palatina, emplazada en el corazón de la residencia de los reyes Capetianos en la isla de la ciudad. Su diseño singular comprende dos niveles distintos, cada uno con su propósito y significado únicos.

En el nivel superior, la capilla alta, se exaltan las sagradas reliquias de la Pasión de Cristo, reservadas exclusivamente para el rey y sus distinguidos invitados. Este espacio celestial estaba directamente conectado con los apartamentos reales a través de la galería de servo, así denominada por las tiendas que solían alinearse a lo largo de ella.

 Vue de la Sainte-Chapelle de Paris jusqu'en 1630 - gravure



La galería de reliquias, añadida en la década de 1260 y meticulosamente reconstruida durante el siglo XIX, sostiene el magnífico santuario de plata y cobre dorado que albergaba las veneradas reliquias. Aunque muchos de los santuarios y relicarios fueron fundidos durante la Revolución, y la mayoría de las reliquias desaparecieron, la corona de espinas fue afortunadamente preservada y transferida al tesoro de la Catedral de Notre Dame en 1806.

Aunque la función original de relicario ha desaparecido con el paso del tiempo, la Sainte-Chapelle continúa irradiando su esplendor como una de las obras maestras más extraordinarias del gótico radiante. Los visitantes se ven cautivados por la extrema ligereza arquitectónica de la capilla alta, con sus 670 metros cuadrados de deslumbrantes vidrieras que inundan el espacio con una luz intensa y celestial.

El diseño único de la capilla alta, concebido como un único recipiente de cuatro espigones que culmina en una cabecera de siete lados, confiere a la estructura una verticalidad impactante y un brillo incomparable. Mientras tanto, la arquitectura sólida y poderosa de la capilla baja sirve como un soporte imponente para la capilla alta y sus vastas vidrieras, creando una sensación de grandeza y espiritualidad.

La majestuosa aguja, reconstruida en el siglo XIX, se alza como una proeza arquitectónica esencial en el horizonte de París. La quinta aguja desde su construcción original, se eleva a una impresionante altura de setenta y cinco metros sobre el suelo, rivalizando en importancia con la famosa aguja de la Catedral de Notre-Dame.

 

LOS TRAGALUCES

Adéntrate en esta maravilla de luz y admira el esplendor de las excepcionales vidrieras que constituyen un testimonio insuperable del arte del siglo XIII. De hecho, dos tercios de las vidrieras presentes en la Sainte-Chapelle son originales de la época, un legado invaluable que nos transporta directamente a la maestría artística de aquellos tiempos. Además, la extravagante rosa de los vientos es un testamento extraordinario de la grandeza artística del siglo XV, una joya que complementa la riqueza visual de este santuario.


 

Déjate deslumbrar por las quince vidrieras excepcionales, imponentes en sus dimensiones vertiginosas: alcanzan una altura de quince metros en la nave y trece metros en el coro. Cada una de estas vidrieras, compuesta por un total asombroso de 1,113 escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, narra la historia del mundo según la Biblia, desde sus primeros relatos hasta la llegada de las veneradas reliquias a París. Cada detalle meticulosamente elaborado en estas vidrieras es una obra de arte en sí misma, sumergiendo al espectador en una experiencia visual y espiritual sin igual.

Las narrativas bíblicas representadas en estas vidrieras, desde la creación del mundo hasta el Apocalipsis, ofrecen una ventana fascinante hacia la historia sagrada y la fe cristiana. Cada escena, cada figura, cada color brillante y vibrante, contribuye a la majestuosidad y la belleza de este conjunto incomparable de vidrieras, que perduran como una maravilla eterna del arte y la devoción en la Sainte-Chapelle.

 

DECORACIÓN

En la capilla alta, uno no puede dejar de maravillarse ante la excepcional decoración tallada que adorna este espacio sagrado. La finura y la variedad de los motivos vegetales, que superan el centenar, dan vida a las columnas, convirtiéndolas en testigos vivientes de la maestría artística del siglo XIII. Además, las doce estatuas de los apóstoles, cada una única en su estilo, ejemplifican dos estilos distintivos de la escultura parisina de la época, ofreciendo una visión fascinante de la diversidad y la habilidad artística de aquellos tiempos remotos.

 Sainte-Chapelle de Paris détail d'un chapiteau


En la capilla baja, el deleite visual continúa con la contemplación de los 140 capiteles, cada uno una obra maestra en sí misma, representativa de los tonos elegantes de la flora gótica. Estos capiteles no solo son una exhibición de habilidad técnica, sino también una expresión de la delicadeza y la sofisticación del arte medieval. Además, no podemos pasar por alto los elegantes "crochets" interiores, conocidos como "lrowings", que desempeñan un papel crucial al contener el empuje de las bóvedas, mostrando así la ingeniería y la belleza unidas en perfecta armonía.

En conjunto, la riqueza y la diversidad de la decoración tallada en la Sainte-Chapelle nos transportan a una época de esplendor artístico y espiritual, donde cada detalle, desde los motivos vegetales hasta las estatuas de los apóstoles y los capiteles góticos, nos recuerda la habilidad y la devoción de aquellos que dedicaron su vida a crear este monumento eterno de la fe y la belleza.

 
RESTAURACIÓN

A lo largo de los siglos, la Sainte-Chapelle ha sido testigo de diversos avatares que pusieron en peligro su existencia y esplendor. Los incendios que asolaron el edificio en 1630 y 1776 dejaron cicatrices en su estructura, mientras que la Revolución Francesa trajo consigo un destino aún más sombrío para esta joya arquitectónica.

Durante la Revolución, la Sainte-Chapelle sufrió un destino desolador: despojada de su función original, fue relegada a servir como almacén de harina, un destino indigno para un monumento de su grandeza. Posteriormente, se convirtió en un depósito de archivos desde 1803 hasta 1838, destinado a satisfacer las necesidades del tribunal. En este periodo oscuro, las ventanas fueron tapiadas y las vidrieras, símbolos de su esplendor religioso, fueron destruidas o desmanteladas, con una parte dispersa en el mercado del arte, encontrando refugio en diversos lugares, incluida Inglaterra.

 


 

Sin embargo, gracias a la presión de la opinión pública y el incansable trabajo de defensores eminentes como Víctor Hugo, la Sainte-Chapelle logró escapar de la destrucción total. En un acto de valentía y determinación, se inició una vasta obra de restauración entre 1840 y 1863, dirigida sucesivamente por los arquitectos Duban, Lassus y Boeswald. Este esfuerzo monumental tuvo como objetivo devolver a la Sainte-Chapelle su esplendor original del siglo XIII, restaurando meticulosamente cada detalle arquitectónico y artístico.

La Sainte-Chapelle, una vez más radiante y resplandeciente, no solo se convirtió en un símbolo de la restauración del patrimonio cultural de Francia, sino que también sirvió como un modelo ejemplar de conservación y restauración de monumentos históricos. Este glorioso renacimiento no solo salvó un tesoro arquitectónico invaluable, sino que también inspiró un mayor aprecio por la riqueza cultural y espiritual de la Sainte-Chapelle y de Francia en su conjunto.

 
DATOS PRACTICOS

Horarios

Del 1 de Abril al 30 de Septiembre de 9h00 a 19h00

Del 1 de Octubre al 31 de Marzo de 9h00 a 17h00

El último acceso al monumento se realiza 30 minutos antes del cierre.

Cerrado el 1 de Enero, 1 de Mayo y 25 de Diciembre


Precios
 
Individual 13€
 
Billete conjunto para la Sainte Chapelle/Conciergerie 20€
 
Gratis para:
 
- Menores de 18 años
- Jóvenes de entre 18-25 años residentes en la Unión Europea 
- Persona en situación de Handicap y su acompañante
- El primer domingo de los meses de Enero, Febrero, Marzo, Noviembre y Diciembre. 


Tarifa de Grupo (con reserva y mínimo 25 personas).- 11,5€
 
 
Para más información visita la página web de la Sainte Chapelle https://www.sainte-chapelle.fr/
 
 
 
 
NOTA.- FUENTE Y FOTOS GOOGLE Y https://www.sainte-chapelle.fr/  .- TEXTO MARÍA MONGE



                                                               











   



 


 

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